Personas tóxicas en el trabajo

ÍNDICE
- Definición de persona tóxica
- Psicología de la persona tóxica
- La persona tóxica en el trabajo
- Como identificar una persona tóxica
- Como tratar una persona tóxica y mindfulness
- Como convivir con una persona tóxica y mindfulness
- Como defenderse de una persona tóxica y mindfulness
- Si se puede cambiar una persona tóxica y mindfulness
Definición de persona tóxica
Podemos considerar tóxico a una sustancia venenosa, y veneno como aquello que al interactuar con un organismo le provoca un daño que puede alcanzar incluso la muerte, así podríamos concluir de forma general, que tóxico es todo aquello que puede provocar un daño para la salud. Consideramos a la persona tóxica como aquella, que al interrelacionar nos puede ocasionar malestar o daño psicológico, frecuentemente de tipo emocional.
La persona tóxica se acompaña de emociones como la cólera contenida, rabia, ira, resentimiento, envidia, ansiedad, culpabilidad… Que pueden afectar nuestra tranquilidad y estabilidad mental generando sentimientos de desasosiego y de malestar psicológico en mayor o menor medida. Además, atrae sistemáticamente nuestra atención erigiéndose en el centro e intentando generar una dependencia en mayor o menor medida para que se cumplan sus deseos y caprichos.
Psicología de la persona tóxica

Desde un punto de vista psicológico una característica importante de la persona tóxica estriba en el deficiente manejo de sus emociones cuya base puede estar en la infancia, juventud, y también, con determinados rasgos de su personalidad. Por ello, generalmente suelen sufrir, ya que sienten constantemente emociones dolorosas en mayor o menor intensidad, muchas veces sin una causa real que las justifique y que las inunda de un malestar psicológico que las supera trasladándolo a los demás, que a su vez, se ven contagiados en mayor o menor medida de esta experiencia de vivir carente de alegría, bienestar y satisfacción personal, ofreciendo sólo sabor amargo a los que deben convivir con ellas más o menos tiempo según su mayor o menor suerte.
Otra característica, que puede presentar la psicología de la persona tóxica y que está relacionada con la anterior, la constituye la falta de empatía, es frecuente que toda su atención esté centrada exclusivamente en su propio mundo y carecen, por tanto, de la capacidad para interpretar a la otras personas, para salirse de sí mismos y abrirse al exterior.
Como consecuencia, carecen de la capacidad de cooperación necesaria para el equilibrio social en los aspectos familiares, de amistades y laborales; piden mucho y dan poco. Les cuesta mucho trabajo participar en el equipo humano. La cooperación muchas veces les resulta realmente difícil y se genera así, un círculo vicioso porque no se integran y a la vez sienten y notan el rechazo más o menos velado de los otros. Son tachados de aprovechados, de oportunistas y su felicidad la basan en la obligación que tienen los demás de facilitársela, y no de encontrarla en su interior, de generarlas a partir de su equilibrio y estabilidad emocional porque habitualmente emiten en un canal en el que sólo predomina sus propias necesidades y así la convivencia con ellos resulta difícil y a veces incluso imposible.
La persona con todas estas carencias en sus relaciones sociales y humanas necesita frecuentemente utilizar el poder y la fuerza del chantaje emocional, si tienen hijos desde que son pequeños los acostumbran a plegarse a sus necesidades e incluso caprichos y sólo cuando hacen lo que ellos quieren reciben las migajas de su afecto o cariño, o el pago en bienes materiales como regalos o dinero. Entienden que se puede comprar el amor y así, pueden muchas veces terminar su vida sin darse cuenta de ese gran error: la falsedad del afecto por el soborno; es el amor que se da a la espera de un pago o por coacción, y, que inevitablemente se convierte en vacío, carente de la alegría de dar sin esperar nada a cambio.
La persona tóxica psicológicamente está estancada y su crecimiento como Ser Humano enlentecido; son como niños muy pequeños, dependientes por completo de los demás, sin capacidad de aportar. Pueden llegar a ser auténticos parásitos, que necesitan la sangre de los otros para vivir.
La persona tóxica en el trabajo
En el trabajo este tipo de personas constituyen un auténtico tumor maligno para las organizaciones. Como compañeros de equipo son incapaces de colaborar con los otros, es difícil comunicarse con ellos porque habitualmente cualquier cosa la interpretan como personal. Suelen estar habitualmente a la defensiva y por inseguridad personal aceptan muy mal cualquier comentario que les corrija; poseen con frecuencia una habilidad especial para encontrar siempre algún culpable que no sean ellos. Sus complicadas relaciones en el trabajo se extienden en todos sus ámbitos, tanto hacia arriba a sus superiores como lateralmente a sus propios compañeros, y extendiéndose como una tela de araña en todos los demás ámbitos de su vida: familia, amigos y sociedad en general.
Cuando la persona tóxica alcanza el poder y se convierten en jefes, los subordinados tienen garantizados un infierno en mayor o menor medida mientras están con ellos, por ello, suelen ser causa frecuente de abandono de personas competentes en las organizaciones. El jefe tóxico tiene celos de cualquier éxito de sus subordinados y un gran olfato para el halago hacia sus superiores, saben instintivamente muy bien cómo seguir los vientos altos del poder. Se suelen acompañar de mediocridades profesionales y por supuesto, no permiten el comentario honesto en contra de sus ideas.
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Como identificar una persona tóxica

La identificación no es difícil, es sólo cuestión de tiempo y de la intensidad del contacto que se tiene con ellas, si éste es frecuente el malestar psicológico que generan a su alrededor no deja lugar a muchas dudas. La característica fundamental lo constituye el dolor emocional, el contagio de esas emociones dolorosas, que ellos transmiten una y otra vez, puede ser rabia, la cólera desmedida cuando están en situaciones de poder, la culpa, y la envidia porque se están comparando constantemente; les cuesta mucho admirar y reconocer los triunfos y el éxito de los otros, es más, en su interior les duele.
En el ambiente familiar es más complejo identificarlos sobre todo para los niños y jóvenes ya que se han criado desde pequeño con ellos y la tolerancia pude ser muy grande hasta el punto de que pueden comportarse posteriormente como han aprendido de la educación y su comportamiento. No obstante, a veces, transcurridos los años y si por motivos de traslado tras un matrimonio, cambios de destino en el trabajo, que conlleva una disminución en el trato frecuente con ellos y en presencia de un nuevo ambiente estable psicológicamente, la persona puede percibir el contraste e identificar tardíamente al familiar con estas características.
También, es necesario distinguir a la persona tóxica de los errores cotidianos que todos nosotros cometemos o en periodos concretos de aumento de la presión psicológica y del estrés, así, mientras la persona tóxica se mantiene en su comportamiento y la manera de experimentar emocionalmente la vida de una manera continuada en el tiempo la mayoría de nosotros tenemos errores o comportamientos mucho más puntuales.
Existen muchas clasificaciones y tipos de personas tóxicas, no voy a entrar en cada uno de ellos por qué excede de la brevedad de este artículo, por ello, dejaría como conclusión a la hora de la identificación el sinónimo de persona tóxica igual a daño y malestar psicológico continuos, en mayor o menor intensidad.
Como tratar una persona tóxica y mindfulness
El título de este apartado también podría ser, cómo tratar a una persona tóxica sin contagiarse de su malestar psicológico. Cómo podemos establecer entre ella y nosotros una protección mental invisible, que evite la identificación plena con su emoción tóxica. El Mindfulness puede ser la habilidad psicológica, que nos permita evitar todo el daño colateral de la convivencia con ellas.
Una de las características fundamentales, que nos aporta la práctica del mindfulness es la capacidad para regular nuestras emociones, para desidentificarnos hasta un cierto punto de ese dolor emocional tóxico, del chantaje emocional, de la culpa inducida, de la rabia espontánea y de tantas otras. En nuestros cursos todo el primer módulo consiste precisamente en esto: aprender a regular nuestras emociones, y así desde el primer día los participantes salen ya con herramientas de aplicación inmediata, que en el transcurso de las semanas siguientes comienzan a dar resultados evidentes. Muchos me comentan que desde que aplican las técnicas del mindfulness y lo integran en su vida la paciencia se incrementa, las discusiones banales disminuyen y la persona tóxica se percibe de una manera diferente: como un ser humano que está inmerso en un gran dolor emocional.
Como convivir con una persona tóxica y mindfulness

Así como el sabor amargo nos repele al principio, y la fuerza de la repetición acostumbra nuestro paladar a él poco a poco, llegando incluso a alcanzar ciertos niveles de tolerancia, la persona tóxica cuando la convivencia es inevitable y se repite frecuentemente puede ocasionar, también, ciertos niveles de tolerancia en los demás por la fuerza de la rutina.
Por eso, la persona tóxica, que por definición no comparte felicidad a su alrededor, a lo más que se puede lograr es a disminuir el impacto en nosotros con ciertos grados de tolerancia.
Aquí de nuevo el Mindfulness si se practica, puede ser una estrategia muy útil para evitar ese sabor amargo, que el contacto con las personas tóxicas siempre nos deja; no se trata en modo alguno de ignorarlas, de no prestarles atención; se trata simplemente de modificar nuestra forma de percibirlas, de modificar nuestra consciencia para identificar rápidamente el inicio del malestar psicológico, y como señalamos en nuestros cursos, actuar no desde la mente sino desde el cuerpo. Aplicar el binomio cuerpo – mente que nos hará modificar por completo la relación con ellos.
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Como defenderse de una persona tóxica y mindfulness

Evitar que nos pueda causar daño es el objetivo fundamental de las estrategias para defendernos de una persona tóxica. En este caso no es aconsejable el viejo aforismo: “la mejor defensa es un ataque”, porque precisamente la persona tóxica muy frecuentemente es provocadora, y en la confrontación con todo el cortejo emocional que se acompaña como la cólera, la rabia contenida, la ansiedad … nos impiden la calidad de vida: la alegría, el bienestar, la satisfacción, es decir, la felicidad en el más amplio sentido de la palabra.
Desde la perspectiva del mindfulness, la primera estrategia que podemos utilizar para defendernos de una persona tóxica consiste en aceptar que lo es, que es una persona que sufre emocionalmente, pero aceptar no significa resignarse, no significa que tengamos que ir en su busca, aceptar es comprender que las zarzas también existen, y que no la buscamos, ni nos acercamos para impedir el daño de sus espinas.
Otra manera de protegernos y de resguardarnos de ellas consiste en no identificar sus emociones en nosotros, mantenernos como el agua en calma, que por mucho que intentemos golpearla, vuelve de nuevo a la situación de tranquilidad, para ello, utilizaremos principalmente las técnicas que aprendemos a través del cuerpo.
Una tercera habilidad, que con la práctica del mindfulness vamos logrando poco a poco es el incremento de la seguridad en nosotros mismos, llegamos a comprender que todos los seres humanos somos exactamente igual de dignos y que todos tenemos derecho a estar aquí, sin soportar chantaje alguno, porque desde esa seguridad interior, nosotros sabemos alcanzar el sosiego una y otra vez, porque sabemos defender nuestro espíritu de esas tormentas con las que algunos pretenden hacernos naufragar.
Si se puede cambiar una persona tóxica y mindfulness

Aquí tendríamos que responder a la pregunta ¿la persona tóxica nace o se hace?, hoy sabemos que la influencia de la genética no alcanza un porcentaje suficientemente alto para que sea definitiva, por consiguiente la influencia del ambiente en cada uno de nosotros es, quizás, el factor predominante. Aprendemos desde pequeños a través de la imitación, entre otros, nuestra manera de comportarnos y hoy gracias al descubrimiento de la neuroplasticidad cerebral, es decir, de la enorme capacidad que tiene el cerebro para cambiar, para modificar comportamientos y conductas, podemos señalar que es posible cambiar, en gran medida, nuestra manera de pensar, sentir y experimentar la vida. Pero para ello hay que tener muy claro que el cambio tiene que partir de uno mismo, sólo cambiamos cuando queremos cambiar, cambia quien quiere cambiar. En consecuencia con lo anterior, cambiar a una persona tóxica desde fuera creo que podría ser una quimera, por el contrario nuestra visión debe ser la de mostrarle con nuestro ejemplo una nueva manera de vivir en la que predomine las emociones óptimas, la alegría, el bienestar, la satisfacción personal, y que seamos nosotros con nuestro ejemplo quienes le abramos los ojos para que lleve cambio. En todo este contexto el mindfulness nos aporta desde la aceptación, y desde la atención plena una herramienta maravillosa para que cada uno de nosotros reconozcamos, que la felicidad parte, en primer lugar, de cada uno de nuestros corazones.