La belleza del corazón

la belleza del corazon

Desde tiempos inmemoriales el corazón se ha identificado metafóricamente con la emoción, no es de extrañar que cuando tenemos ansiedad uno de los síntomas y los signos más frecuentes es la aceleración del ritmo cardiaco, lo que llamamos taquicardia. Entonces el corazón nos galopa con el miedo imaginario a situaciones futuras y sentimos cómo esa emoción nos inunda las entrañas. Por otra parte, también notamos que el corazón nos habla en otro lenguaje que nos deleita y que es muy difícil de expresar con las palabras, como cuando el amor nos embarga el ánimo, o como cuando lo hacen la bondad, la compasión, el bienestar, la satisfacción, la felicidad, es decir, todo aquello que nos provoca una experiencia emocional hermosa, enriquecedora, inmejorable en todos los sentidos: es la belleza del corazón.

Si nos fijamos bien, la vida se ve mucho más a través del corazón que de los propios ojos. Según brillen nuestros sentimientos y emociones, así será la hermosura de nuestra existencia: llena de color con la luz de la alegría o en el claroscuro de la tristeza.

Por todo ello, la clave, el reto, se encuentra en aprender a conectarse en todo momento con lo más espléndido de nuestro corazón. Uno de los principios para lograrlo es desterrar absolutamente de nuestro ánimo, por más motivos que existan, toda idea de rencor, odio, venganza, pesimismo, tedio y tristeza. Es necesario hacerlo con mucha diligencia, tan pronto como seamos conscientes de ello, pero curiosamente no a través de nuestra mente, sino a través del cuerpo, simplemente con una suave sonrisa y una respiración con espiración lenta, que conllevará un mensaje primigenio e inequívoco a nuestra mente: no hay un peligro real en este momento. Esta práctica disminuirá rápidamente la intensidad de esas emociones y pensamientos negativos que se retroalimentan mutuamente y le permitirán a nuestra razón y emoción retornar a su equilibrio óptimo. En muchas ocasiones, las emociones negativas que hemos señalado son causadas por personas tóxicas, aquellas que al interactuar con nosotros nos pueden ocasionar malestar o daño psicológico, frecuentemente de tipo emocional. Por ello son personas de las que también es preciso alejarse, porque pueden afectar nuestra tranquilidad y estabilidad mental generando sentimientos de desasosiego y de malestar psicológico en mayor o menor medida.

La otra gran cualidad del corazón espléndido es la generosidad, esa inclinación natural por dar a los demás toda la bondad de la que es capaz, sin esfuerzo alguno, porque la generosidad rebosa de la fuente inagotable de la propia satisfacción que al corazón le supone dar sin interés, sin buscar un beneficio, libre de todo artificio.

Así el corazón contagia a la razón con lo más excelso de sus sentimientos y el cuerpo y el alma se funden en un todo que trasciende a los demás, a la naturaleza, para expandirse en el infinito, con lo más excelso: el amor universal.

El corazón que resplandece con lo mejor de cada uno de nosotros, que es mucho, hace que inevitablemente los demás se acerquen a su luz, y con sus alas abiertas los acoja y cobije al abrigo cálido de la compasión y el amor. Aquellos que poseen la grandeza del alma, aquellos que comprenden al otro, que toleran y aceptan las ideas y pensamientos, aún lejanos a los suyos, que perdonan las ofensas aunque no se lo pidan, que se alegran de los triunfos y acompañan en el dolor, que dan sin límite, sin llevar las cuentas de lo que dan…, todas son personas con belleza de corazón.

Para la Profesora Begoña Quintana, una mujer con belleza de corazón.

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